miércoles, 8 de mayo de 2024

 Supongo que a mí me ocurrió lo mismo que a la mayoría de los niños de mi generación, que cuando vimos la película de Lassie nos enamoramos de esa maravillosa perra. Sin embargo, creo que lo mío fue un paso más allá porque a partir de entonces yo no quería ser astronauta, médico, abogado,… o cualquier otra profesión con la que se soñaba en aquel entonces, yo quería ser criadora de collies. ¿Quién iba a decirme que finalmente con 39 años mi sueño se haría realidad?

 Recuerdo una madrugada de Abril de 1990, cuando May, mi compañera de piso en la facultad, me despertó a las 5:00 de la mañana para darme el teléfono de un chico, al que había conocido en el tren, que acababa de tener una camada, y que iba a regalarme una perrita simplemente por escuchar todo lo que May le había contado de mis sentimientos y emociones por esta raza. Hasta que lo llamé a las 11:00 fueron las 6 horas más largas de toda mi vida, aunque aún más largas fueron las 8 horas siguientes para poder ir a su casa a ver a la perrita. Aunque la sorpresa fue aún mayor cuando Andrés me dijo que la perra había nacido el 18 de Marzo, ¡El mismo día que yo! No podía creerlo.    ¿Casualidad?

 Unos años más tarde, crucé a Atenea con Ares (continúan las casualidades, la diosa griega de la inteligencia y el dios griego de la guerra, aunque en Troya se enfrentaron, aquí se unieron) tuvo una camada de 11 cachorritos, pero desgraciadamente el único blue merle  que nació murió 3 días más tarde. De esta unión también nació Scoobie, un macho precioso, enorme y con un montón de pelo, como su padre.

      De ambos, Athenea y Scoobie, podría contaros interminables anécdotas de las que sólo los amantes de los animales entendemos porque podemos pasar horas y horas hablando de ellos sin cansarnos.

    Pero dicen que a la tercera va la vencida, esto si que fue una casualidad. Cuando conocí a Antonio, mi pareja, él tenía también dos collies macho y hembra, madre e hijo, Canela y Rocky.

     Gracias a él pude superar la falta de Athenea, algo que hasta entonces nunca había experimentado, la muerte de un ser querido. Como no queríamos que Scoobie estuviera sólo en casa, decidimos comprar a Blondie. Y dos años más tarde, cuando Scoobie murió, fue cuando vinieron a casa Hera (desde Barcelona) y Flora (desde Italia).

   Un año más tarde llegó Lennon (desde Alemania) y después Valentín (desde Brasil)

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